Lo primero que te viene es el miedo. El miedo a cualquier cosa en realidad: el miedo a perder, el miedo a no tener éxito, el miedo al fracaso, el miedo a no ser amado, el miedo a no ser reconocido. Da un poco igual el miedo qué forma adopta; puede ser miedo al desamor, miedo estar solo… Y si miras atentamente al miedo, en realidad lo que ves es que es un cepo. Con ese cepo lo que está ocurriendo es que de antemano nos estamos imponiendo el resultado de ese miedo. Es como un cepo que te impide accionar.
¿Te ha gustado el video de arriba?
:: ayúdanos a difundir el mensaje ::

Al final lo que nos queda es que, si nos quitamos el miedo encima, nos quitamos el único y auténtico enemigo que tenemos para hacer cambios y empezar realmente andar hacia tu felicidad.

Sin duda que en ese salto cambian cosas, eso es inevitable, porque si no, nos quedamos donde estamos y ya está todo dicho, ¿no? Y sin embargo, cuando uno antepone la vida empiezan a ocurrir cosas mucho más mágicas de lo que uno podía haber imaginado. ¡Claro que cambian cosas, eso no lo duda nadie!
La pregunta es si esas cosas que ocurren han sido para aportar mayor felicidad a tu vida… o no. Si esos cambios han redundado en un mayor grado de felicidad (entendiendo que cada uno toma sus decisiones y que todos somos responsables de nuestro camino y de nuestra vida), pues yo creo que los cambios habrán merecido la pena.

El tema es que no nos damos cuenta que todos nosotros llevamos encima una «marca personal» que es simplemente la imagen, la proyección que nosotros hacemos de nosotros mismos, pero con todos los aspectos de nuestra vida. Esa es la clave: no sólo en el plano físico, sino también en el emocional o en el energético.
Tú seguro que conoces a muchas personas que con su mera presencia crean un ambiente más tóxico, o más vibrante, más sereno… Todos tenemos esa capacidad, ese halo que expandimos a nuestro alrededor. Y por lo tanto, inconscientemente sabemos que nosotros también estamos ahí y también estamos proyectando un “algo”. Y eso ya no nos gusta tanto, porque como no controlamos esa proyección que hacemos desde nuestra energía, tememos hacerlo mal. Y ahí empieza todo el “firulillo” de la mente.
Una de las claves para resolver eso es volver a conectar contigo y las sensaciones que tienes con tu cuerpo y, por lo tanto, cómo tu cuerpo se expresa. O la observación de tus emociones desde un punto de vista más neutro. Eso no quiere decir que te expreses como te tengas que expresar, pero sí empezar a darte cuenta (desde una segunda atención) de lo que estás diciendo en realidad. Y no digamos ya de los pensamientos, ésa es mucho más fácil de ver. Cualquiera que haya meditado lo sabe.
Así que sí: gran parte de la razón por la cual estamos tensos por dentro es por el miedo al qué dirán. Bueno, últimamente tenemos miedo a muchas cosas, incluso miedo a respirar, miedo a tocar.
Son tiempos de cepos, así que hazte una lista de tus miedos, a ver qué hacemos con ella…
