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Sí, es simple. Pero, ¿lo has hecho?

  • Categoría de la entrada:Principios
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Una de las grandes diferencias que hay entre el ser humano y el resto de los seres vivos que están alrededor nuestro (un animal o vegetal) es la cantidad de explicaciones que damos y los procesos mentales que acompañan a nuestras acciones. Si miramos en la naturaleza a una abeja, un perro o un gato, ninguno de ellos da explicaciones de lo que hace; simplemente son y actúan en base a su forma de ser, su programación, su codificación.

Pero ellos no tienen moral, no tienen juicio, no tienen la necesidad de explicar por qué hacen lo que hacen…

 

Sin embargo, los seres humanos gastamos probablemente tanta o más energía en explicar por qué hacemos lo que hacemos, que en hacerlo. Es algo que incluso nos pedimos los unos a los otros: pedir explicaciones, quién es el responsable… Detrás de estas explicaciones hay un juicio asociado a un concepto de bien y mal que en sí mismo en la naturaleza es inexistente. Nadie en la naturaleza se pregunta por qué un león caza. Y si lo queremos poner más cerca, porqué un gato caza ratones: el gato los caza… Incluso si tienes un gato en el campo que caza ratones verás que muchas veces ni siquiera los matan, es decir: no es una actividad meramente de caza y juegan con ellos. No es una cuestión sólo de cazar, sino que desde un punto de vista humano podría ser una actividad tremendamente cruel, porque ves que el pobre ratón está agonizando y el gato sigue jugando con él como si se tratara de un juguete, de un divertimento. Sin embargo, el gato cuando lo observas atentamente te das cuenta que no está ejerciendo ningún acto de crueldad, sino que simplemente está siguiendo una programación intrínseca y natural en él mismo para “cazar” o “jugar” con el gato. No hay concepto de bien y mal. Nosotros, sin embargo, sí.

 

El Inconsciente Colectivo nos obliga a actuar de una manera determinada 

Esa nube energética mental que construimos todos es el Inconsciente Colectivo en el que todos estamos sumergidos y que todos cocreamos (los unos con los otros) a lo largo de los siglos, ha ido alimentando una especie de monstruo que está detrás de nosotros y que, más o menos de forma consciente o de forma inconsciente, nos obliga a actuar de una manera determinada y nos obliga a dar explicaciones de porqué hacemos lo que hacemos.

 

Así que al final de ese camino, lo que ocurre es que nuestras acciones están precedidas de una serie de conceptos mentales que a veces pesan mucho más que la acción en sí. Puede ser cualquier cosa: si te observas a ti mismo verás que muchas veces, a lo largo incluso de cada día, tardamos más en pensar qué hacer y que en hacerlo en hacerlo sí mismo. Si, por ejemplo, nos quitáramos todas esas pequeñas acciones que tenemos que hacer (que tardan menos de dos minutos en hacerse) las hiciéramos sin más y pasáramos otra cosa, nos daríamos cuenta que nos quitamos encima un montón de acciones que no hacemos por muy diversas razones, pero destacó una muy sencilla; uno va y dice “no, es que esto otro es más importante que esta pequeña cosa que tenemos que hacer…”

 

Sin embargo, vamos acumulando pequeñas cosas que no hacemos por mor de conseguir un objetivo mayor y al final nos encontramos que en la trastienda de nuestra mente, de nuestra vida, tenemos muchísimas tareas pendientes de hacer. Pequeñas cositas que van poniendo piedritas en nuestro camino.

 

 Tu mente te engaña

Lo mismo pasa con el Desarrollo Personal o el Crecimiento Personal. La mente nos engaña, nos engañamos a nosotros mismos, y muchos de los preceptos de la espiritualidad y el crecimiento personal pensamos o creemos que ya los tenemos integrados en nuestro ser: “no, no: eso ya lo sé”, “si claro, esto es así”, etc. Pero en realidad nunca lo hemos hecho.

 

Todo el mundo tiene una imagen mental más o menos clara de lo que es la meditación, por poner un ejemplo muy sencillo, pero ¿cuánta gente ha meditado? Y con esto no quiere decir que tengas que llegar a ningún nivel de meditación o de técnica meditativa indeterminado, simplemente meditar puede ser el que tú estés tranquilamente de forma consciente sentado, sintiendo tu cuerpo, sintiendo las sensaciones que acompañan a esa actividad del no-hacer, estar presente dentro de tu cuerpo y empezar a escuchar lo que tu cuerpo tiene que decir. Obviamente no te va hablar con palabras, porque el cuerpo no tiene un lenguaje como tenemos el ser humano que no deja de ser un constructor social, pero sin duda alguna que el cuerpo te habla. Y ahí puedes recabar muchísima información. Sin embargo, gran parte de la gente que no medita o que no ha practicado la meditación ya tiene un objeto mental, una idea preconcebida de lo que es la meditación. Y tiene una suposición en base curiosamente no a una experiencia, sino la opinión de otras personas o lo que haya leído de qué es lo que le va aportar la meditación.

 

Obviamente el peligro que tiene ese camino es que nos vamos a proyectar en un supuesto resultado que es muy diferente (siempre va a ser diferente) al de tener en sí la experiencia de, por ejemplo, meditar o cocinar. Quizás la comida sea un ejemplo mucho más claro de todo esto: todos comemos todos los días y cuando vamos un restaurante o alguien de nuestra familia hace un plato, simplemente decimos me gusta o no me gusta, está rico o no está rico o lo que sea… y nos quedamos ahí. No hacemos la ingeniería invertida de pensar no sólo de porque eso ha salido (según nuestro criterio) bien o mal, sino de las circunstancias de lo que implica el viaje de cocinar un plato o meditar. Hacer un huevo frito puede ser algo tremendamente sencillo pero ¡caramba! Empiezas a preguntar a la gente como le gusta el huevo frito o cómo se consigue hacer un huevo frito así o asao (hay gente que le gusta el hueco frito con un reborde requemado, otros que le gusta más crudo, otros que le gusta así o asao…) y dentro de ese viaje, cuando uno hace esa acción (practica la acción), en el mismo hecho de crear ese huevo frito hay un montón de experiencias asociadas y un montón de aprendizajes e incluso de sensaciones asociadas al simple acto de hacer un huevo frito, que enriquece tremendamente nuestra experiencia de hacer ese huevo frito o meditar.

 

Tu Camino Personal es eso: Personal e Intransferible.

El Crecimiento Personal está lleno de ese tipo de situaciones y la belleza de este camino es que es absolutamente personal e intransferible. Todo lo metemos bajo un mismo paraguas (crecimiento personal, desarrollo personal, espiritualidad, felicidad…), pero esos términos que en general pueden invocar una serie de imágenes, sensaciones, expectativas, juicios, pensamientos, experiencias… son tremendamente individuales. De forma y modo que la felicidad para mí puede ser una cosa y para ti puede ser algo totalmente diferente. Y estoy seguro que habrá mucha gente, por ejemplo, que le gustaría ser presidente de una gran multinacional, porque para él es una vida llena de retos, de satisfacciones, de aventuras… y para otra persona, ese mismo puesto puede ser la antítesis de lo que él considera la felicidad. Y está bien que eso sea así.

 

El problema de todo ello es que cuando empezamos a trabajar en nosotros mismos y empezamos a saltar de un tema otro o empezamos a eludir ciertas acciones y ciertos temas por la imagen mental que tenemos preconcebida de lo que esa cosa significa, o esa acción significa. Vamos a coger por ejemplo la Responsabilidad o la Aceptación. Quizás la aceptación sea un término muy bueno para este tema: cuando nosotros aceptamos que otra persona es como es, sin ningún tipo de condicionamiento (una pareja, un jefe, un vecino) significa que no hay lucha interior por querer que esa persona sea de otra manera. La aceptación implica observar y ver a esa persona tal y como es, sin ponerle ni quitarle nada. Esa parte es fácil. Pero además, la Aceptación conlleva que no hay juicio dentro de esa observación o no hay juicio a la hora de valorar el resultado de cómo esa persona existe y se expresa el mundo.

 

Acerca del Amor (con Condiciones)

Es fácil decir desde la mente “sí, sí, yo acepto que fulano o mengano es como es”, pero no es tan fácil que esa aceptación mental baje a tus tripas, recorra tu ser y tengas la sensación clara y evidente de que efectivamente aceptas que esa persona sea como es. ¿Y cómo sé yo que esa aceptación realmente es Aceptación y no tiene Juicio asociado? Una de las formas de hacer eso es sentir muy claramente dentro de ti que cuando tú observas a esa persona, no existe ningún rozamiento emocional a la hora de observar a esa persona. Si esto nos lo llevamos al plano personal, muchos de los enfrentamientos que ocurren dentro de la pareja es porque uno u otro lado tiene una expectativa de cómo el otro lado, nuestra pareja, tiene que ser y debería comportarse. Lo que estamos haciendo ahí es crear una especie de “mini dictadura de pareja”. Es un amor condicionado por nuestras expectativas y nuestro juicio de la otra persona que nos acompaña en un momento de nuestra vida a nivel subconsciente. Lo que está diciendo es “yo te amo si tú me das lo que yo quiero”. Yo te quiero, pero te quiero si te comportas así, así, así y así.

 

La realidad es que nos han vendido un amor que dista mucho de lo que es el amor verdadero. La vibración del amor no conoce género, no conoce juicio y no conocen nada de lo que la mente construye. El amor no tiene nada que ver con una proyección mental, sino que tiene más que ver con una vibración, aunque esto ya lo veremos en otros capítulos. Incluso en la sociedad está bastante establecido que nosotros “amamos a los nuestros”: amo mi pareja, amo mi familia, amo a mis hijos, amo a mis mascotas… pero cuando uno abre más ese círculo parece ser que nos es más difícil amar al vecino. Entre hombres no está bien visto que tú digas a un amigo te amo. La sensación parece ser que si no eres mi pareja, no te puedo amar; o si eres del mismo sexo que yo, no te puedo amar sin pensar en la homosexualidad, el lesbianismo, o lo que sea. Si yo digo a mi amigo te amo, es que algo raro hay ahí. No, señores: eso no tiene nada que ver con esa visión egótica de “te amo porque te poseo y eres mío”. No tiene nada que ver el amor con eso. Pero la idea central de lo que estamos trabajando y aquí es la sencillísima pregunta de:

 

Sí, sí, esto es muy simple, pero… ¿lo has hecho realmente?

 

Cuando uno hace algo tiene la experiencia directa de lo que eso implica y lo que esa acción te mueve por dentro. Y la propia acción va modificar tu conocimiento sobre ese tema en concreto. Y me da igual que hablemos de amar con total libertad a todo lo que te rodea, o hacer un hueco frito.

 

 Tus Expectativas son (sin duda alguna) diferentes a lo que ocurrirá… cuando lo hagas

Lo que hay entre el pensamiento de que creemos que ya sabemos (lo que eso es) y la acción que recoge toda la experiencia de haberlo hecho, haber seguido ese principio, o haber tomado la decisión de ejecutar algo que se supone que ya sabemos, lo que hay en esa interfase entre un punto mental y la propia acción, son expectativas, son juicios, son imágenes proyectadas por nuestro propio inconsciente y por la propia sociedad que no se corresponden para nada de lo que en nuestra experiencia directa va a aportarnos el hecho en sí de hacer es acción.

 

Por eso en Mundo Interior, muchos de los conceptos y de las propuestas que os damos son tremendamente sencillas: Esto va de soltar lo que te sobra, por ejemplo. Esa frase, que es tremendamente básica y que mentalmente somos capaces de más o menos entender, es algo muy sencillo de entender, porque si te sobra, es que no lo tienes que tener. Pero llevar eso a la realidad, el conseguir soltar objetos, personas, relaciones, situaciones, entornos… realmente soltarlo y que no nos afecte más porque ya hemos hecho el acto de Soltar lo que te sobra es una diferencia enorme. Es un acto de muchísimo Poder y tiene muchísimo poder, precisamente por la experiencia que conlleva realmente soltar lo que te sobra. ¿Y cuándo sabes que lo ha soltado? Pues cuando ya no hay ningún recuerdo emocional y no hay ningún impacto emocional cuando recordamos eso que hemos soltado.

 

Vamos a poner por ejemplo el ejemplo de un jefe o de una pareja. Quizás una pareja se algo un pelín más universal y más personal. Si tú has dejado una pareja hace tiempo y has conseguido realmente separarte de esa persona y dejar la relación en el plano físico, efectivamente eso es así: lo has soltado. Sin embargo, cuando recuerdas esa relación y vuelves a evocar lo que viviste ahí, ¿qué impacto emocional queda en tu cuerpo? ¿La recuerdas con serenidad o vuelve a salir otra vez esa impronta emocional que esa pareja te dio? ¿Sigues enfadado o enfadada con ese novio o novia que tuviste en su día? Si al recordar esa pareja la recuerdas todavía con inquina o con reproches, tú no has soltado esa pareja: esa pareja físicamente ya no está a tu lado, pero en el plano emocional y en el plano (muy probablemente) energético, sigue vinculada a ti.

 

La fábula del maestro y la mujer del río

Eso me recuerda a la vieja historia del maestro y el discípulo que volvían hacia su templo. Iban caminando, un viaje de varios días, y un poco antes de llegar al pueblo llegaron un río y se encontraron a una mujer llorando en la orilla del río.

        Buenos días, señora.

        Buenos días.

        ¿Qué la ocurre?

        Ay, mi señor, mire: es que estoy embarazada y entonces, claro, cruzar el río me cuesta mucho, me da mucho miedo, no sé cómo hacer… pero es que tengo que llegar a mi casa y además estoy cansada.

Y el maestro la dijo:

        No se preocupe señora, yo la voy a ayudar a cruzar el río.

Y efectivamente así lo hizo; el maestro cogió de la mano a la señora, le ayudó a cruzar el río, la señora casi se cae, el otro abrazándola un poco para que no se cayera y consiguieron cruzar el río sin mayor problema. El maestro y el discípulo sigueron camino y justo antes de entrar a las puertas el discípulo rompió el silencio (desde el río no habían cruzado palabra):

         Maestro discúlpeme, pero esto lo tengo que contar en el Consejo porque creo que usted ha hecho algo muy mal.

        Pues cuéntame…

        Bueno es que usted atrás en el río ha tocado a esta mujer, cuando usted sabe perfectamente que nuestras reglas obligan a no tener contacto con la mujer. Y usted ha estado agarrando a la mujer firmemente para que no se cayera y ha tenido un contacto muy claro con ella y eso me parece que es una falta grave.

 

El maestro se le quedó mirando y le dijo:

         Sí efectivamente así lo hice, pero que está en contacto con la mujer no soy yo; yo la dejé en la otra orilla del río. El que sigue en contacto con la mujer eres tú…

  

Pues esto funciona un poco igual. Si todavía estamos acordándonos de esa otra pareja, eso quiere decir que no la hemos soltado. Hay muchas formas de trabajar eso; hay muchas formas de trabajar ese acto de Soltar lo que nos sobra. Lo que quiero transmitirte es que hay una enorme diferencia entre ver que un concepto puede ser muy simple… y llevar a cabo ese concepto.

 

Sí es simple, pero ¿lo has hecho? 

Así que te volvemos a preguntar: Sí es simple, pero ¿lo has hecho? ¿Realmente eres el responsable de tu vida? ¿Realmente eres feliz? Entiendo que estos principios tan básicos pueden parecer incluso banales, pueden parecer que son pueriles… ponle el adjetivo que quieras. Es fácil denostar todos los principios básicos que te estamos lanzando aquí y todas las frasecitas que ponemos en Instagram y en todas nuestras Redes Sociales para que reflexiones y tacharlas de “bah, esto es demasiado básico para mí”. Ojalá sea así, pero ¿realmente lo has hecho? ¿Lo has llevado a cabo?

 

La razón por la cual lanzamos esos principios tan sencillos es porque con estos capítulos del podcast y con muchas de las cosas que hacemos en Mundo Interior queremos provocar una reflexión en ti. Una reflexión que empieza desde lo más básico de todo, desde los cimientos. El cimiento de una casa no tiene florituras; es una zapata metida en la tierra que tendrá una forma cúbica o rectangular, un pilar metido en la tierra, pero no tiene ninguna fritura. No tiene la elegancia de un tejado con teja vieja con toda su textura mohosa con todas sus curvas y orden. Simplemente es una zapata metida en la tierra. Es tremendamente sencilla, pero tremendamente eficaz.  

 

Es a propósito que hacemos que esos conceptos sean tremendamente sencillos. Es casi obligado que esos principios básicos no tengan florituras alrededor, para no dar espacio a la mente a ponerle cosas que no pertenecen ese principio básico, porque ya sabemos que la realidad siempre lo a complicar todo muchísimo. Si tuviéramos la capacidad de ver el día de cualquier persona en todas sus facetas, pues nos daríamos cuenta que vivimos vidas muy complejas. Hay muchos factores asociados al día a día, hay muchos focos de presión, hay muchas responsabilidades, hay muchos aspectos de nuestra vida que tenemos que cuidar y atender… Incluso si pusiéramos esa persona encerrada en un cuarto simplemente con una silla, ahí ya tendríamos un plano físico, un plano emocional, un plano mental, un plano energético, un plano espiritual… Ahí ya tenemos cinco factores que, seas consciente o no, están operando contigo todos y cada uno de los días, todos y cada uno de los minutos, todos y cada uno de los segundos de tu existencia. Y a todos esos planos hay que ponerle la Consciencia (ser Consciente) de tu Conciencia. Esa parte de tu Yo Soy que se da cuenta de que “está haciendo lo que está haciendo”. Gracias a Dios, la Consciencia no tiene juicio; es en el ego y la mente (en el plano mental) donde se mueve el Juicio. Así que fíjate si somos personas complicadas por dentro…

 

 La mejor forma de poner un contrapeso a esa complejidad que hay en el día a día es precisamente el proponer frases tremendamente escuetas, tremendamente sencillas, que nos ayudan a cimentar nuestro Crecimiento Personal. Yo Soy es un principio superclásico y algo a lo que todos tenemos que aspirar. Si quieres lo ponemos un poquito más complicado: Yo Soy y Tú También. Si yo tengo el derecho sagrado e inalienable a ser quien quiero ser, pues obviamente tú también lo tienes que poder ser; tú también tienes que tener ese derecho universal e intransferible para ser quien quieras ser.

 

Algo tan sencillo como eso no es tan fácil de llevar a la realidad. En ese recorrido es donde está tu Desarrollo Personal, es donde está tu Crecimiento Personal, es donde está tu Crecimiento Espiritual, es donde está tu avance hacia la Felicidad hacia la Plenitud.

 

 

El juego que estamos planteando es muy sencillo: una frase tremendamente sencilla, más o menos desarrollada a lo largo de estos capítulos. Siempre va ser una explicación abstracta y fluida y por supuesto con infinidad de cosas y matices que no vamos a abordar en el capítulo porque pertenecen a la propia experiencia tuya de desarrollar ese principio, ese precepto, ese pensamiento, esa reflexión que te estamos proponiendo.

 

 

Así que la reflexión de hoy es: Sí es simple, pero ¿lo has hecho? Cuando uno hace algo, lo mete en su interior, lo experimenta y obtiene el resultado que obtenga, pronto te das cuenta que estás muy lejos de la imagen que tenías al principio cuando tú pensabas que ibas a hacer eso o tomaste la decisión de realizarlo. De forma y modo que cuando alguien vaya a hacer eso, es imposible no mirarle y decirle: bueno pues adelante, hazlo, ten tú la experiencia y llega a tus propias conclusiones.

 

Hay una acción muy poderosa y muy bonita en todo esto, y es que hay Empoderamiento Personal en el acto en sí de crear eso. Empoderamiento tuyo, del otro o de quien sea. Y una vez que los realizas y entiendes lo que has aprendido, sabes desde las tripas, desde cada una de tus células, que la otra persona le va a pasar algo parecido. También le estás empoderando a él y estás dando libertad a ambas personas: a ti por hacerlo y a la otra persona que lo quiera hacer. Y desde esa experiencia, eres más feliz.

 

Así que ¡buen viaje!

 

Sí es simple, pero ¿lo has hecho?

El capítulo del podcast completo

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Charla Consciente :: Hacer Lo Simple

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