La mayoría de las personas se sienten abrumadas por la cantidad de problemas que tienen en su vida. O de lo mal que está el mundo, o su situación vital o su entorno, o… siempre hay algo a lo que agarrarnos para argumentar que la raíz de los problemas que nos acosan está fuera de nosotros, normalmente en un ámbito que no podemos controlar (total o parcialmente) y por tanto no depende de nosotros.
Dicho de otro modo, hasta que tal o cual cosa o persona no cambie, nuestra Felicidad está comprometida.
Sin embargo, este axioma contiene una gran trampa, muy fácil de detectar por otro lado: si gran parte de la solución está fuera de nosotros mismos, estamos abocados a la infelicidad permanente. ¿Estás dispuest@ a aceptar este resultado?
Todos sabemos que un adulto ‘sabe’ más que un niño o un bebé, simplemente porque tiene más experiencia en la vida. Es más consciente del entorno y sus vicisitudes. El camino interior hacia la Felicidad es exactamente igual: a medida que uno va adquiriendo nuevos conocimientos y acumulando experiencias positivas, somos capaces de resolver conflictos que antes nos paralizaban. Como beneficio añadido, cuando resuelves un conflicto interno de verdad, la próxima vez que esa situación aparece en tu vida serás capaz de resolverla sin mayor dificultad, similar a la capacidad de realizar sumas, restas o multiplicaciones básicas.
Entonces, ¿cuál es la clave para no recaer en la trampa de considerar los factores externos como la principal palanca de mi Felicidad? La respuesta es fácil de ver y no tan fácil de aceptar: Tu único trabajo es ser más consciente de ti. Lo voy a decir de una forma más contundente: el único trabajo real y constante que tienes en esta vida, el más importante, es ser más consciente de ti. Lo demás pueden ser oficios, labores o responsabilidades que tenemos de forma temporal (criar a nuestros hijos) o circunstancial (un empleo), pero tarde o temprano los cambiarás por otros. Al fin y al cabo, la única persona que está 100% garantizado que te va a acompañar toda tu vida, eres tú.
Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Qué significa y cómo consigo ser más consciente de mí mismo? Ahí van tres pasos para empezar a trabajar en ello:
1. Identifica lo que llevas dentro. Ten la valentía de llamar a las cosas por su nombre, sin tratar de edulcorar si significado o importancia para ti. Buenas o malas, haz un inventario de todo lo que te pesa y te hace feliz para obtener un balance justo y real de ti mism@.
2. Observa el juicio que tienes sobre ellas. No hablo de opinión, sino de juicio. Las opiniones no suelen llevar una emoción asociada, pero los juicios, por lo general, van pegados a una emoción positiva o negativa, una aprobación o un rechazo. Son las cosas que provocan un juicio negativo (léase rechazo) donde está tu mayor potencial de Felicidad.
3. Haz algo al respecto. Detrás de cada reacción de rechazo tienes una gran oportunidad para ser más feliz a través de la re-programación de tus reacciones ante esa ‘cosa’ que te mueve por dentro. Como mínimo, esa re-programación pasa siempre por tres palancas fundamentales del cambio: el Reconocimiento (lo veo), la Aceptación (lo reconozco) y el Desapego (me desvinculo emocionalmente). Que sepas que tenemos un curso dedicado exclusivamente a todo este proceso.
En futuros capítulos iremos detallando cada una de esas palancas, pero mientras tanto te propongo que hagas un último ejercicio, incluso antes de empezar a hacer tu propia lista de ‘cosas’ en las que trabajar: observa a tu alrededor, sé consciente de cómo las personas que te rodean trabajan ‘sus cosas’: ¿Se quejan de lo externo? ¿Están trabajando para abordar su parte de responsabilidad en eso de lo que se quejan? ¿Cuánta energía gastan en la queja y cuánta en resolver su conflicto interno? De esta manera podrás obtener una comparativa entre tu avance y el trabajo interior de las personas de tu entorno.
Con ese simple ejercicio uno se da cuanta de que el Crecimiento y Desarrollo Personal requiere principalmente de una sola palanca: ser más consciente de ti. Una labor que, además, nunca termina y no cesa de crecer; es para siempre.
Y además, es una labor que solo puedes hacer tú.